Con el afán de mejorar...

Por Luis (Chiche) Aracena.

     Pescar con mosca es algo casi maravilloso. Dominar las técnicas de lanzamiento, lo suficiente para sentir satisfacción en cada ocasión, puede proporcionarnos un momento de placer tan grande, que la pesca como tal, deja de tener importancia.

     Es que el arte de la pesca con mosca, como cualquier disciplina de la vida, no está exenta de un proceso de desarrollo de nuestro juicio.

     Es probable, que un signo importante de maduración, aparece en cada uno de nosotros, cuando sentimos la necesidad de reemplazar el fuerte deseo de pescar por el de observar, o el deseo de exhibir por el de callar, y el de matar por el de conservar, quizá también se ve un afán de superación cuando uno se empeña en vencer un obstáculo en lugar de sortearlo o destruirlo. Sé que no es necesario abundar para comprender que la satisfacción y el placer que la pesca con mosca puede proporcionar, depende más de nosotros mismos, de la calidad de nuestro objetivo, de nuestro deseo personal, que de la mayor o menor suerte para atrapar un pez.

     Quizá, una de las mayores satisfacciones que espero disfrutar cada vez que tengo la oportunidad de pescar con este casi arte que es el lanzamiento con mosca, la encuentro cuando llego a algún lugar del río, que por conocerlo o por intuirlo, sé que tiene una trucha en un lugar imposible de acceder lanzando normalmente, porque los arbustos o cualquier otra incomodidad lo impide, pero que podría pescarse con un buen lance, por ejemplo con la técnica del "Roll Cast". Allí se me presenta la oportunidad ideal de practicar, de aprender, de mejorar y de gozar cada intento bien logrado. Por supuesto que el placer sería mayor si tengo la suerte de pescar, o tan solo de ver subir un pez a la mosca, aunque me conforma saber que hice las cosas bien.

     Muchos pescadores impacientes, que han tratado de vencer alguna dificultad, probablemente sintiendo la imposibilidad de lograrlo en ese mismo momento, han preferido flaquear en su intento y no regresar jamás, en lugar de desplazar el ansia desesperado a un plano inferior, y disfrutar todo lo que es verdaderamente esencia en la pesca con mosca.

     Por eso, con seguridad afirmo que nuestro afán de mejorar, nuestra búsqueda de la perfección técnica, debe ser constante, pero también paralela a nuestra madurez.

     Yo he tenido la suerte de presenciar uno de los actos más bellos y que más enaltecen a un pescador, cuando después de una larga lucha, logró acercar un gran pez, quizá un trofeo, que en el último momento se desprendió del anzuelo cuando ya estaba al alcance de la mano, vencido, en la orilla. El pescador no hizo ni permitió que alguien haga algún intento por detenerlo, mientras sin inmutarse y con una exquisita serenidad, lo miraba alejarse lentamente.

      Luis "Chiche" Aracena