El Gran Salto

(Artículo extraído de la revista Tiempo de Aventura, Año I N° 6, Marzo de 1999.)

Las aguas del gran Paraná y de los esteros de Goya brindaron un inolvidable festival de piques. Vigorosos dorados de todos los tamaños tomaron sin pausa nuestras moscas, en medio de la atrapante belleza mesopotámica. Técnicas, equipos y servicios para vivir estas sensaciones.

Por Juan Manuel Tam.

Fotos: J. M. T. y Sebastián Calviello.

     Corrientes, una provincia legendaria en la pesca del intrépido y voraz dorado, nos brindaba esta vez, bajo un cielo plomizo y gris, los primeros piques en las costas cercanas a la ciudad de Goya, sobre el río Paraná. Gracias a la calidez de sus habitantes y sus construcciones de estilos antiguos, este poblado litoraleño mantiene intactas las costumbres de aquellos primeros pobladores y pescadores, el saludo de mañanita y la vuelta a la plaza por tarde, entre otras.

Saltos en los esteros.

     Una vez en Goya, y a pesar del mal tiempo, junto a mi compañero Sebastián y a Carlos Scheller, nuestro guía, partimos de un club náutico de la zona para adentrarnos en las aguas y comenzar nuestro relevamiento. El objetivo era llegar al arroyo Isoró, uno de los afluentes má cercanos del punto de partida. Tras el primer vistazo, su aspecto de pequeño río de estero nos dio la pauta de que se trataba de un buen pesquero. Los resultados fueron favorables: algunos pequeños doradillos abrieron el día con demostraciones acrobáticas, un auténtico aperitivo de lo que iba a suceder luego.

     Continuando la navegación del afluente, llegamos a un verdadero paisaje de esteros, donde Carlos (quien parece haber nacido sobre un camalote, ya que conoce cada rincón de las costas de Goya) nos miró sonriente y nos aconsejó un lanzamiento largo, pegado a la costa. Sin más secretos, cuando el tiro lograba que la mosca se depositara a alrededor de diez centímetros de donde terminaba el agua, surgía el pique, la corrida y el salto. Esto sucede debido a que las pequeñas mojarras que les sirven de alimento a los dorados desfilan en cardúmenes paralelos a la costa, y es ahí donde el tigre de los ríos permanece atento.

     La Cascada, nombre con el cual se conoce este lugar, dio resultados sorprendentes tanto por la mañana como por la tarde, cuando el corte de una combativa pieza que según el guía pesaba más de diez kilos, hizo que Sebastián se lamentara y cambiara por un momento su cara de alegría.

La supervivencia del rey.

     Una de las características de este pez es que siempre se encuentra preparado para atacar. Su instinto voraz y territorial lo hace temible para otros peces que comparten su hábitat, incluso para los de su misma especie. Se alimenta de mojarras, pequeñas bogas, sábalos y bagres, entre otros. Digamos que come todo aquello que esté a su alcance, o que simplemente le moleste.

     En Corrientes, la presión de pesca siempre fue muy grande, y estos peces lucharon durante largas décadas por su propia conservación, buscando refugios en zonas bajas. Los pescadores del lugar nos decían lo malo que es para la especie el constante uso de las redes, que ocasionan la muerte de forma masiva, lo que se hace sentir en los rendimientos de los diferentes pesqueros de la región. Por esta causa, es muy importante que los pescadores deportivos devuelvan la mayor cantidad posible de piezas que obtengan, lo que en nuestra estadía en la zona cumplimos a rajatabla.

Se devolvieron todas las piezas, una medida insustituible para que el dorado siga siendo el rey de los ríos mesopotámicos.

     Saliendo del Isoró, otra posibilidad interesante (y para nuestro gusto, la mejor) es pescar en las bocas de los afluentes del brazo mayor del Paraná, ya que las entradas de agua forman la zona de caza de los dorados de mayor porte. Al igual que los pequeños, estos experimentados peces buscan las corrientes, las cuales arrastran su comida y les proporcionan oxigenación. Según nuestro amigo Carlos, cuando el río tiene mayor caudal aparecen más cantidad de este tipo de sitios, y a mayor cantidad de correderas, mayor es la oxigenación, lo que hace aumentar la actividad de los peces de este fantástico lugar. Pescando en estas zonas, logramos algunas capturas de hermosos ejemplares, entre las que se destacó uno que superó los siete kilos de peso y fue para nosotros una verdadera demostración de la fuerza y la belleza de la especie, todo un símbolo de la magia que tiene la naturaleza mesopotámica.

El regalo más preciado que nos entregó el Paraná: un dorado que superó los siete kilos de peso, obtenido al atardecer. Una mosca de color negro, de gran volumen, fue la encargada de seducir a este notable pez.

Técnicas.

     Que técnicas vamos a utilizar es una de las preguntas más frecuentes que nos hacemos los pescadores a la hora de despuntar el vicio en un determinado lugar. Por este motivo, debemos pensar cuál es la forma más apropiada, en la que el dorado confundiría a nuestro señuelo con su comida real, lo que dependerá del lugar en el que nos encontremos situados.

     Como ya hemos observado, el dorado permanece generalmente en las correderas esperando su alimento, por lo tanto, la ubicación que debemos tomar debe permitir que la mosca recorra cierto espacio de su territorio. No debemos descartar las aguas lentas, que el voraz pez también recorre en busca de pequeñas piezas.

     Podemos pescar desde la costa o embarcados. En ambos casos, debemos lograr lanzamientos de alrededor de 15 metros, y a veces más. El casting en este tipo de modalidad es de poca importancia: no necesitamos una presentación cuidada de la mosca como en la pesca de truchas, por lo que basta con lograr que nuestra mosca llegue al sitio correcto, de la manera que sea. Una vez que la mosca fue lanzada y se ubicó en el lugar pretendido, tenemos dos alternativas de movimientos: traerla recogiendo rápidamente, lo que imita a un pez chico desplazándose, o dejarla que sea arrastrada por al corriente, intentando simular el caso de un pez herido; esta última opción no falla: con ella tuvimos la mayor cantidad de tomadas.

     La técnica para pescar dorados no exige mucho. Lo difícil es encontrarlo, pero una vez localizado, sólo es cuestión de tener el equipo adecuado y poder lanzar las moscas en el lugar correcto para tentarlo. En nuestro relevamiento, otro detalle muy importante que notamos fue la actitud del guía, quien, a medida que avanzábamos, no dejaba de mirar las costas. Para saciar nuestra curiosidad nos contestó que lo hacía en busca del movimiento de las mojarras, que se produce cuando éstas, enloquecidas, tratan de huir de las fauces del dorado. Encontrar este escenario asegura muchas veces la captura de un buen ejemplar.

     Siguiendo adelante con nuestra expedición, encontramos lugares donde las costas, derrotadas por la fuerza erosiva del agua, retrocedieron y abandonaron sus árboles, dejándolos sumergidos. Estos lugares muy bonitos, que son más difíciles para pescar que los anteriores debido a la cantidad de ramas, nos dieron algunos dorados de buen tamaño, que trataron de enredar nuestras líneas en el laberinto de palos. Cuando se den estas características, aconsejamos pescar con naylon de mayor resistencia, para poder traer al pez antes de que logre cortar la línea.

     No nos alcanzaría la revista entera para expresar la belleza del paisaje, las maravillosas luchas de estos peces y el agradable gusto de los mates bajo la sombra de un viejo sauce. Satisfechos por el relevamiento, las sabrosas charlas con el guía y el festival de capturas logradas, volvimos al hotel a disfrutar de una buena cena, y sin dar un minuto de descanso al tema, comenzamos a programar nuestra próxima visita a la zona, ya que habíamos comprobado que los esteros goyanos esconden entre su paisaje costero un secreto dorado, que sólo puede ser revelado a aquellos que se dejen atrapar por los misterios de su naturaleza.

Pesados y Efectivos.

     Considerando el tamaño de las moscas a utilizar, todas en anzuelos que van de 1/0 a 3/0, nos vemos obligados a tener que usar equipos número siete, ocho o nueve. Sólo una caña de estas características permite que una mosca del tamaño apropiado para la zona pueda ser dada vuelta. Aconsejamos que las varas sean potentes, debido al viento y a la resistencia que ofrece la mosca volando. En cuanto a los reels, se puede utilizar cualquiera que tenga capacidad para contener las líneas escogidas, no es necesario demasiado freno, ya que a pesar de que los dorados son peces muy fuertes, sus corridas son cortas. Esto también hace que sean suficientes 50 metros de backing (carga anterior a la línea). Dos líneas son imprescindibles: una de flote y una de hundimiento, que puede ser un shooting III o VI. Es importante el cuidado de éstas, ya que si no las limpiamos continuamente, la arena que se les adhiere puede gastar los pasahilos de la caña.

     Las moscas más eficientes son las de color negro. Poco importa la forma, mientras presenten volúmen. Aconsejamos que tengan cabeza Muddler y ojos de plomo, ya que mueven el agua y a su vez se deslizan de una manera elegante. Es importante utilizar cable de acero para unir las moscas al líder. Una pinza, para sacar los anzuelos de la boca de los dorados, evita inconvenientes con sus filosos dientes.

Datos Utiles.